domingo, 9 de marzo de 2025

Kodak




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La primera cámara con la que trastee en este mundillo de la fotografía fue la Kodak Brownie de mi padre, una cámara de plástico de los años sesenta que me permitió descubrir un mundo fantástico ahí mismo, tan solo tenía que mirar por el visor, encuadrar, apretar la palanca del obturador y luego esperar a que el rollo de película acabara en un laboratorio del barrio para poder ver los resultados pasados unos días. La incertidumbre, la alegría, también la decepción, pero siempre toda la emoción del mundo puesta en el preciso instante en que abría el sobre de las copias en papel y las revisaba cuidadosamente. Y hasta ahí puedo leer, porque lo que viene después es un largo idilio con la fotografía y supongo que tod@s tenemos una historia similar que atesoramos como uno de nuestros mejores recuerdos. Este mismo fin de semana para resguardarnos de la intensa lluvia, entramos en un café y al poco de sentarnos vi esta Kodak (¡de película y desechable!) encima de una mesa junto a su dueña que charlaba tranquilamente con otra persona. No lo pensé mucho, hice un par de tomas antes de marcharnos y hoy publico la que mejor relata ese momento. En ocasiones los detalles son parte de nuestra historia vital.